Señor
dejame despertar cada día enamorado de la vida y de mi trabajo. Dame paciencia cuando mi cliente no me entienda, dame perseverancia para no desfallecer ni apoyar mi triunfo en la desgracia ajena. No dejes que mi piel deje de erizarse ante un atardecer solo porque no esta vectorizado o lleno de layers. Gracias por mi profesión y por mi pasión, gracias por mi vista y por mis manos, permiteme compartir aunque sea por un día más mi amor por la belleza y la agradable sorpresa ante mi propia ignorancia. Amén






30 de julio de 2009

La niña del Rio.

Por Lobsang Salguero B.

lobsangsalguero@gmail.com

El “profe”, como le decían en el parche del conservatorio, era el encargado de enseñarle a los nuevos sobre la calle, la noche, lo que pasaba ahora que ya no estaban vivos. Cuando él estaba vivo trabajaba en el Conservatorio como profesor de Historia del Arte 1, siempre le gustó trabajar con los primíparos porque su misión era pasarlos del colegio a la vida de grandes, y eso lo hacia sentir como un guía, como alguien que recogía niños y entregaba adultos, artistas, gente de bien que le aportaría a las artes plásticas y al diseño en Cali y Colombia.

Las cosas en su vida comenzaron a cambiar hace algunos años, entre sus alumnos estaba una jovencita de ojos grandes, cabello negro, piel blanca y una sonrisa esquiva, después descubriría que le daba pena usar frenillo para corregir sus dientes, Daniela tenía 17 años y acaba de salir del Fray Damián, un colegio de curas famoso por los altos niveles de represión hacia los estudiantes con sensibilidad artística. Estaban pasando por una temporada de calor muy fuerte, era agosto, y la ciudad estaba enloquecida porque cada vez era más fuerte la guerra entre los carteles, salir en las noches ya se estaba convirtiendo en una aventura, muertos policías, muertos sicarios, muertos jóvenes, muertos viejos, muertos, muertos, muertos finalmente no importaba de que cartel eran, estaban matando gente por problemas de narcotráfico y eso hacia que la ciudad con temperaturas de 40 grados a mediodía, fuera un infierno en las noches. En ese agosto las clases eran imposibles porque los muchachos no tenían en su cabeza nada más que irse a piscina o a tomar cerveza y la verdad los profesores estaban en la misma situación.

Daniela usaba la pinta normal de los estudiantes de la época, jean, camisetas, mochilas indígenas tejidas en las calles de Cali por desplazados ecuatorianos y caucanos que habían descubierto que la gente del conservatorio tiene un gusto especial por las cosas indígenas, de alguna manera les hace generar un sentido de pertenencia con la política de izquierda, caldo de cultivo para muchos artistas. Sus paseos nocturnos eran muy conocidos por sus compañeros porque a todos invitaban a dar una vueltica por ahí, le gustaba recorrer las orillas del Río Cali, saliendo desde el conservatorio hasta el aguacatal, recogía piedritas y cantaba canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanes y otros artistas de la Revolución, como le gustaba decir a Daniela. De estas caminatas se entero el “profe” un lunes que ella no llegó a clase, al día siguiente todos sus compañeros estaban en las escaleras abrazados llorando algunos y otros mirando hacia ninguna parte con los ojos rojos e hinchados; Daniela había sido encontrada en el Río al frente de Ventolini, al parecer se había quedado dormida y el rió se había crecido, una borrasca se la había llevado con piedras y palos. Todo estaba en silencio, las secretarias se miraban unas con otras y comentaban los detalles del accidente.

Lo curioso es que el rostro de Daniela estaba placido, sonriente incluso, los médicos de medicina legal le dijeron a la familia que era algo llamado rigor mortis o algo así y que los músculos faciales habían quedado con esa expresión.

El entierro fue terrible, los alumnos hicieron un pequeño altar a orillas del río, colocaban flores, cantaron Yolanda, el unicornio azul y otras tantas canciones que Daniela les regalaba en cada fiesta, la ciudad entera estaba conmovida y los periódicos le llamaron La Niña del Río.

El “profe” estaba muy golpeado porque Daniela le había invitado en un par de ocasiones a recorrer el Río con el argumento de que era como la sangre que llenaba a Cali, que la única manera de conocer realmente la ciudad era dejando que los pies se llenarán de ciudad, a ella le gustaba cantarle al río canciones de “revolución” para que, decía ella, se fuera en paz y le regalara esperanza a los caleños.

Un viernes salio de clases y decidió hacerle su homenaje personal a Daniela, bajó al río y comenzó a recorrerlo, llevaba un iPod con canciones de “revolución” y mientras las escuchaba por los audífonos las iba cantando como para despedirse de ella; después de pasar por Ventolini decidió seguir hasta el Zoológico y allí tomar un taxi para Unicentro donde se había quedado de encontrar con Carolina, su novia de turno. Lentamente caminaba pensando en lo que hubiera sido la vida de una jovencita con el corazón tan puro, con un talento natural para las artes, que lastima que la vida sea tan cruel. Se encontraba en esas cuando sintió una mano en su hombro, algo comenzó a oler mal, olía a moho, a guardado, a humedad, a orines viejos, a bar sucio y de mala muerte, comenzaron a aparecer tres tipos altos, sucios, con la ropa rota y llena de barro, le arrebataron la maleta donde llevaba los parciales de sus alumnos, un libro de Emile Cioran y una caja de chocolatinas para su novia.

- Este si es mucho maricón, mirá lo que carga, le faltan las florecitas. - Dijo el más bajo de los tipos, su cara tenía una cicatriz que nacía en la ceja derecha y llegaba hasta el labio superior pasando por el ojo, bueno por el sitio donde debería estar el ojo, allí solo estaban los parpados hundidos en un guiño suspendido en el tiempo.

- Te bajás de todo mariquita, o te chuzamos, quitáte los zapatos, y pasá la plata.

Como siempre y por recomendación de su madre, llevaba únicamente lo de su transporte y un poco más para invitar a su novia, a tomar unas cervezas al fin de cuentas siempre terminaban en el apartamento de ella y lo que menos importaba allí era la ropa y la plata.

Vea pues tras de marica, sin plata. Chuzálo, chuzá a este pirobo para que aprenda a cargar plata como los varones.

De un golpe en el estomago lo tiraron al piso, al duro piso lleno de piedras pequeñas redondas y pulidas, el lecho del río Cali, eran las seis de la tarde, lo primero que sintió fue miedo, luego asco porque los tipos lo estaban pateando y escupiendo, parecía la babaza de los perros cuando están persiguiendo a una presa por la calle, el dolor de los golpes, la frustración, el miedo, el terror de sentir que la ciudad estaba pasando a dos metros de allí mientras lo golpeaban, el más bajo se le acerco a la cara con algo que se suponía era un chuchillo, una lata afilada con el mango forrado en cinta aislante, le acercó el metal a la cara, mientras tanto le decía que era un pobre marica, el cuchillo comenzó a entrar en su ceja derecha luego bajó rápido por el ojo y se enterró despacio, la sangre le caía por la cara como agua caliente, sus gritos eran silenciados por los buses que pasaban por allí, por las chivas donde sonaba la orquesta Guayacán mientras a él le seguían pateando en el piso, el tipo le paso rápidamente el cuchillo por la garganta, la sangre salio rápido manchando la camisa, la maleta, las piedras, el río, ahora su sangre era parte de Cali. Lentamente los ladrones se fueron alejando soplando en una bolsa amarillenta llena de boxer y escuchando por los audífonos del iPod “de que callada manera se me adentra usted sonriendo...”

El “profe” sentía su corazón latir duro, pensó en su madre que lo estaría esperando, en Carolina que lo esperaría, en sus alumnos, en lo que no pudo vivir, lloró, sintió que sus pantalones se mojaban, no podía caminar no podía gritar cada vez su respiración era más lenta, cada vez dolía menos, sus manos estaban llenas de arena de río, de piedras, de agua.

- Profe, fresco que yo lo cuido, aquí todos somos parceros.

Daniela apareció ante sus ojos, sonriente, tranquila, era de noche, ya la respiración no salía con rabia, ya nada dolía, todo era un solo río. Todos somos el mismo río.

 

comentarios? lobsangsalguero@gmail.com

23 de julio de 2009

la vida da muchas vueltas… Cali 11 pm

Carolina, la fina

Por Lobsang Salguero B.

Amiga que le pasa, ese man se murió hace dos meses ya, la vida sigue cáigase por la casa de Juanca que allá es el parche para hoy. Y no sea tan cursi que se ve patética, no le digo más porque se me acaban los minutos, chao pues.

Carolina cerró su celular, lo colocó en la mesa al lado del pocillo vacío, era el segundo capuchino de la noche, encendió otro cigarrillo mientras se quitaba de encima la mirada de unos tipos en la mesa de al lado. Descendió de su mesa como quien baja de un avión después de un viaje al regreso de vacaciones, pasos lentos, la mirada escondida detrás de unas gigantescas gafas oscuras marca bollé, comenzó a recorrer Unicentro lentamente parando en las vitrinas, entró al almacén de perfumes esperando encontrar la última fragancia de Dior pero descubrió que estaban promocionando Fahrenheit y ese golpe a la memoria de Jose fue suficiente para que sus ojos color miel se llenaran de lagrimas recordando los innumerables paseos con él por esos pasillos. Salió y en la plazoleta central se encontró con un grupo de muchachos tomando vino de una caja, en lugar de utilizar vasos o tomarla directamente del envase, utilizaban un pitillo y se la pasaban ruidosamente de mano en mano. Carolina pasó lentamente rumbo al cajero electrónico de Davivienda.

- Uy parce, pille esa reina, mucha mamacita.

No sea pendejo, mire para otro lado esa hembra es de la jai, la nena no camina, flota y ni crea que se va a fijar en un estudiante de la Valle que ni para pagar el vino tiene, ¡muestre a ver la caja!

Carolina media un metro setenta y cinco, su cabello era castaño claro natural, le gustaba vestirse muy informal pero por supuesto con ropa de diseñador, sus jeans eran amplios en las piernas pero marcaban sus amplias caderas, herencia de su abuela que vivía en Barcelona, sus brazos largos , sus gruesos labios y marcados pómulos hacían de ella una mujer que hacia girar cabezas por donde pasaba, tanto de hombres como de mujeres, la verdad más de mujeres que de hombres, las mujeres siempre la miraban de arriba a abajo, con rabia, con envidia, lentamente buscando algún defecto, alguna cicatriz, una prenda que no combinara. Nunca lo lograban y por eso la odiaban antes incluso de que Carolina respirara una vez más.

Desde la muerte de su novio, su rostro había adquirido una dureza propia de las viudas de la guerra, sus ojos aunque seguían siendo bellos, profundos y calidos, perdieron el brillo propio de una mujer de 25 años y no era para menos, a Jose lo encontraron a orillas del río Cali, ahí arribita de Ventolini le robaron su vida, su futuro y aunque sus amigos y su familia no lo querían, Carolina tenia en su corazón la certeza de que al lado de Jose podría construir un hogar, uno de verdad no como su familia, un pequeño infierno lleno de rabias, envidias, infidelidades y tristezas.

La noche que Carolina se quedo esperando a Jose en Checker´s de Unicentro, hace dos meses ya,  tenían planeado tomarse un café, una cerveza tal vez y luego salir para su apartamento como lo hacían cada fin de semana, Jose pensaba que siempre iban a pasar la noche allá por que él no tenia plata para llevarla a algún sitio elegante, “para gente bien” decía él; pero la verdad era que para ella no era importante estar en sitios concurridos, llenos de gente vacía que solo estaba pendiente de su ropa o del último chisme sobre su familia. Para ella lo más importante era poderse recostar en el pecho de Jose después de hacer el amor, solo así podía sentirse completa, llena de vida, en CASA.

Esa noche después de llamarlo insistentemente al celular se lleno de rabia, pidió un Margarita y se prometió no seguir insistiendo en buscarlo, finalmente era él quien tenia que estar pendiente de ella, no al contrario, claro al fin y al cabo él siempre tenía cosas pendientes, sus alumnos, sus alumnas, niñitas pseudo artistas que lo buscaban por los pasillos del conservatorio tratando de encontrar en sus palabras soluciones a sus conflictos de adolescencia, tal vez veían en él a la expresión máxima de un padre idílico, esas “niñitas”, como las llamaba Carolina, eran una constante amenaza para ella, al menos en su imaginación. Llena de celos, con las incertidumbres propias de una quinceañera, Carolina permitía que las imágenes de grandes bacanales se apropiaran de sus noches y a veces de sus días de sus tardes y de los amaneceres, siempre y cuando Jose no estuviera con ella.

Caminó por los largos pasillos de Unicentro y decidió que no añoraría más a Jose dos meses eran mas que suficientes para dejarlo partir, se subió a su carro, llamó a Natalia su amiga de la Universidad, cuadró rumba para esa noche, se irían para una rumba de música electrónica.

Llegó a la discoteca, su amiga ya había entrado y la estaba esperando en VIP con Juanse, el amiguis de turno. Pidieron una botella de Whisky Buchanan´s, tres Red Bull y dos tarros de agua Evian.

-Marica, casi que no llegás, ya estábamos pensando que otra vez te ibas con el mancito ese. Menos mal ahora llegan unos amigos de Juanse y vas a ver lo buenos que están.

La noche se torno sucia, los whiskys pasaron de mano en mano, Carolina también, su cuerpo hizo parte de la discoteca, cada golpe de música reafirmaba su rabia con Jose, ¡que se creía el pobre pendejo! -Una pepa rojita, por la mechita Caro, le grito Nata mientras el amigo de su novio le pasaba la lengua por el cuello y las manos por la cintura.

Las pepas, los tragos, la gente, el sudor, el calor, el olor, la rabia, el whisky, Jose no está, el novio de Nata, el amigo del novio, no más, otra pepa, más agua, más música, más rápido, más soledad, más vacío, más amigos, su cuerpo al revés, todo duele, la ropa no esta, carro ajeno, la calle pasa rápido, este man encima, mi ropa, ¡NATA! , ¿Nata donde está? Todo da vueltas, todos gritan, el carro da vueltas, caemos, rodamos, mi Jose, mi vida. Silencio.

Carolina apareció dos horas después montaña abajo, los bomberos no entendían como todavía la gente podía manejar bebiendo por la vía a Cristo Rey que era tan peligrosa, Carolina tenía el cabello lleno de pasto, su ropa no aparecía, solo tenia puesta la falda, los paramédicos pensaban que era por el accidente, por las vueltas que dio el carro, nadie se imaginaba que la blusa salió volando por la ventana tres minutos después de salir de la discoteca luego de la tercera pepa.

Cuando pudieron subir a Carolina Albornoz a la carretera, era solo una colección de huesos rotos, ojos vacíos y piel desgarrada. Ella había dejado el mundo de los vivos cuando el Chevrolet Corsa que manejaba Juan Sebastián Cardozo había esquivado un perro que ahora descansaba al lado de su amo, mirando con desprecio un hueso seco, tan inútil como el cuerpo de Carolina.

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6 de julio de 2009

como proteger las marcas y las ideas

En mi proceso de formación en el MBA que que estoy cursando debo presentar un proyecto de Tesis con una investigación que esté dentro de mi campo de estudio, la publicidad y que a la vez le sirva académicamente a la comunidad en general.

En esa tarea comencé a investigar y después de muchos caminos me decidí por “derechos de autor en la publicidad colombiana”. Es terrible encontrar que en nuestro país los derechos de autor en la publicidad son un “saludo a la bandera”, aunque existen instituciones estatales como la Superintendencia de Industria y Comercio no tenemos realmente como proteger nuestras ideas ya que en ultima instancia quien toma la decisión sobre si existe o no copia es un señor juez que no tiene ni la formación ni el criterio profesional para dar luces confiables al respecto. Voy a usar este blog para ir publicando los avances de mi tesis en la medida que mi directora me permita hacerlo para comenzar los quiero invitar a que conozcan un documento muy sencillo que publico la SIC para el registro de marcas, muchas veces como publicistas nos olvidamos de lo importante que es insistirle a nuestros queridos y tercos clientes sobre la importancia de tener su marca protegido para que no pasen cosas como estas.

huevospeli empresa de Cali, Colombiaalmacen Sand Soccer, unicentro Cali 

Imagen corporativa de Jardin Plaza, Caliorigen vigilante jardin plaza

Para ponernos en materia, en Colombia se creo la Conarp en los ochenta, qué es la CONARP?? es el ente que nos entrega los lineamientos sobre lo que se puede o no hacer en publicidad en Colombia, dirá usted que es como unas leyes pero realmente no lo son porque la ley funciona cuando hay castigo detrás de las faltas.

Y es que incluso cuando Moisés nos mostró los diez mandamientos el asunto era que o se cumplen o nos vamos derechito a la profundidad del averno. Pero resulta que en Colombia la CONARP es una figura decorativa porque no tiene poderes de ningún tipo, claro que cuando hay dudas pues los llaman a consultar pero si el juez no considera que eso esta correcto pues su criterio ( cual ???? ) esta por encima.

 

Voy a organizar un material muy interesante que contiene resoluciones de la SIC sobre casos reales para que vean la complejidad del marco jurídico que pasa por la ética, por la comisión nacional de televisión, el código del comercio, etc.

Nos seguimos leyendo, chao

Lobsang Salguero Barrera